El Webcam de Iván
El Webcam de Iván
Autor: Miró
Así es... sé que todo el mundo quería saberlo, para él fue tan... explosivo, que no pudo contener su emoción de contarlo, y ya puesto, que lo sepa todo el mundo. Esta es la historia de cómo me follé a Iván.
Estaba en casa, acababa de llegar del curro, cansado, caliente y con la polla ya dura. Me conecté al Messenger como de costumbre, y apareció él. Un chico, realmente no sé qué edad tiene, no es nada del otro mundo, pero le gusta mostrarse por la webcam. Hacía tiempo que no le veía conectado, y ese día entró. Creo que también iba cachondo…
Eran las tantas de la noche y me empezó a hablar, o soltar indirectas, lo típico, vamos… y me puso la cam. Normalmente se iba con el portátil al cuarto de baño, se tumbaba al suelo y enfocaba a la polla mientras se pajeaba. Todo cutre. Esta vez fue mucho mejor, dentro de lo poco cutre que pueda ser hacer esto por la cam, claro. Esta vez estaba en su habitación, con buena luz sobre él y cómodo, de pie. Nada más conectarse la webcam le vi el torso delgadito pero fuerte. Se cruzó de brazos y se le marcó un bíceps que no esperaba, me sorprendió verlo tan hinchado, no estaba acostumbrado a verlo las otras veces. Ahí mi polla ya se fue animando bastante más. Entonces empezó a tocarse por delante, por los lados, por detrás, por fuera y por dentro. Sus manos llegaron a la polla y la movían debajo de sus pantalones anchos del pijama. Luego se dio la vuelta y fue bajando el pantalón para mostrarme el culo que él mismo había soñado que yo me follaba una vez. Y me entraron ganas de follármelo de verdad. Un culo redondo, bien formado, terso, tenso, no sé, un culazo. De esos que te apetece agarrar bien con las dos manos.
El calentón iba a más y más, él seguía provocándome por la webcam y yo ya no podía aguantarme. Me saqué la polla, la vi tan roja y tan llena de poder que me escupí en la mano y empecé a hacerme una paja. Iba tan cachondo que me corrí rápidamente mirándolo. Luego le dije que era muy tarde y que tenía que madrugar y me fui a dormir más a gusto que pa'qué.
Al día siguiente se volvió a conectar por la tarde y la conversación no fue otra cosa que insinuaciones sobre lo de anoche. Tardé poco en sentir que mi polla empezaba a palpitar de nuevo recordando lo de la noche anterior. Pero esa tarde estaba dispuesto a más.
Después de varias indirectas, quedamos.
Sí, quedamos. Nunca nos habíamos visto en persona, pero ya tocaba, además iba súper caliente. Fui a su casa y me lo encontré solo con los pantalones del pijama, yo le pregunté que qué hacía con ellos si aun era pronto, pero su respuesta solo fue una buena palpada a su paquete, como diciendo "mira lo que tengo aquí… y lo chulo que queda con estos pantalones". Tenía la polla tan dura que la mía se empalmó tan pronto como lo vi. Le puse la mano encima del paquete y nos fuimos a su habitación.
Le vino justa cerrar la puerta cuando le cogí de los brazos que tan cachondos me habían puesto la otra noche y lo puse cara a la pared. Me acerqué tanto a él que mi polla estaba aplastada en su culo. Y le encantaba. Me la saqué, le bajé los pantalones y empecé a pajearle mientras mi polla se frotaba en su gran culo redondo. Lo notaba duro, y me ponía súper perro. Empecé a chuparle la oreja y ahí estaba, gimiendo al no poder moverse y sentir el placer de mi lengua húmeda y caliente recorriendo su nuca, de oreja a oreja. Mi mano derecha pajeándole y mi mano izquierda haciendo fuerza en la pared para apoyarme.
Entonces paré y le di la vuelta. Iba tan cliente que me agaché sin darle tiempo a reaccionar y metí su polla en mi boca, hasta el fondo, de golpe. Empecé a chupársela como si estuviera muerto de hambre y él se encogía de placer. Su polla era de esas que miran al cielo y no dan la vuelta porque se topan con la barriga, si no, estaba tan dura que habría salido volando. Gorda por abajo y algo más delgada en la punta, pero bonita. Tan bonita que me apetecía comérmela un buen rato. Mi boca echó tanta saliva como pudo y yo babeaba comiéndosela. Notaba como su polla caliente daba golpes en mi boca debido a la excitación.
Así que paré, no quería que se corriera todavía. Me levanté, le comí la boca un rato mientras la acariciaba el culo y él me agarraba la polla masturbándome. Notaba cómo se me pegaba, ansiaba que me lo follara, y yo no iba a defraudarle. Nos estuvimos besando hasta que las lenguas no podían más, entonces volví a darle la vuelta. Se quedó cara a la pared y de espaldas a mí abriendo un poco las piernas para que mi polla se colocara debajo de su culo y estiro los brazos hacia la pared para apoyarse. Pero no le dejé. Le empujé hacia la pared dejando el espacio mínimo para que mi mano pudiera hacerle un buen pajote.
La primera palabra que dijo durante todo ese largo y caliente rato que llevábamos la dijo en ese momento. Métemela. Le dije que no. Aun no…
Volví a como estábamos al principio, le agarré la polla, la apreté con la mano derecha y empecé a tocársela, subiendo y bajando la mano, acariciándola con suavidad, tocándole el capullo. Notaba que hervía en mi mano. Estaba tan caliente como yo.
Volvió a decirme que me lo follara. Y no pude aguantar más. Seguí pajeándole arrinconándolo a la pared y con mi mano izquierda y un poco de saliva, fue preparándole el culo. Lo tenía bien estrecho y tan caliente como la polla. Aunque con mi masaje pronto conseguí que entrara un dedo. Me arrodillé sin dejar de pajearle y le lamí le culo hasta que mi lengua entró en ese agujero que palpitaba por mí. Con la mano izquierda lo agarraba y lo apretaba, me encantaba su culo. Se lo chupé un poco para que quedara bien húmedo, y me levanté cuando noté que se impacientaba.
Sí… había llegado el momento, sin pensármelo más, apreté su polla, él se estiró por la impresión y mi polla entró hasta casi la mitad.
La saqué y volví a meterla, esta vez hasta el fondo. ¡Zas! Respiró tan hondo que por un momento me preocupé, pero la fui sacando lentamente hasta la punta y sin dejar que saliera empujé hacia adentro de nuevo. Estuve metiéndosela lentamente un rato y me ponía cachondísimo notarlo tan caliente pegado a mí.
Mientras le besaba la espalda y no dejaba de pajearle fui acelerando el ritmo. Cada vez más rápido. Parecíamos animales en celo, pero fue brutal. Teníamos tantas ganas acumuladas que el momento había llegado y lo estábamos aprovechando a tope.
Llegó un punto que mi polla no podía entrar y salir más rápido y mi mano tampoco podía acelerarse más en su polla. Quería correrme, solo faltaba un detalle…
Apreté su polla, le lamí la oreja y le apreté su cuerpo contra el mío con el brazo izquierdo al tiempo que su respiración se entrecortaba y algo espeso y muy, muy caliente salía de su polla impregnando mi mano y mojando la pared entera. Su corrida fue tan placentera que yo no tuve tiempo a sacar mi polla, la metí hasta el fondo y mi leche salió disparada dentro de su culo. Él la notó y volvió a gemir. Y yo me puse aun más cachondo escuchando su respiración.
Le tenía apoyado en mí, con la mano izquierda le acariciaba el torso, con la derecha la polla suavemente y mientras, le besaba en la boca. Mi polla estaba mojada por mi corrida cuando la saqué de su culo que goteaba lefa.
Estábamos cansados, exhaustos, sudados y nos metimos en la ducha.
Miró
(Este relato participó en el Primer Concurso de Relatos Eróticos Gay - Agosto/Septiembre de 2009)
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