El Cajero



El Cajero


Autor del relato: José


Por haber sido criado en una ciudad chica tengo la costumbre de ir siempre a los mismos negocios, ser atendido por la misma gente con la que trato de sentirme cómodo. Así voy a la misma librería, la misma casa de música o al mismo video. Por supuesto que siempre elijo chicos lindos agradables y con el correr del tiempo, muchos de ellos naturalmente comentaron su condición gay. Algunos han llegado a ser mis amigos.

En abril cambiaron el personal del supermercado adonde voy. Elegí un cajero que me gustó, alto morocho, hermoso cuerpo y muy tímido. El “buen día, señor” o “gracias señor “, me incomodaban, a la tercera vez le pedí que me tuteara, su sonrisa fue tal como me lo imaginaba. A partir de ese momento intercambiábamos frases circunstanciales. Un día (casualmente o no), al verme con muchos paquetes me preguntó: “¿No querés que te lo haga mandar?”

Como vivo a dos cuadras nunca había barajado esa posibilidad, se lo dije y agregó que no era problema. Cuando me acercaba a la caja mis ojos solo miraban sus piernas y donde terminaban, sus brazos que por la calefacción y para mi placer siempre los tenía al descubierto y no había notado una identificación con su nombre prendida a su uniforme. Se llamaba Claudio y tenía uno de esos larguísimos apellidos italianos imposibles de pronunciar. Cada vez que pagaba, hacía los malabarismos habituales para transformar un gesto automático en una caricia. Pronto no hizo falta, Claudio me contestaba con una sonrisa cómplice y escondiendo sus ojos bajo la gorra de su uniforme.

En una oportunidad aproveché que tenía dos anillos de plata en la mano izquierda, uno en al anular y otro en el pulgar, y le dije:

-¿Cual es el de casamiento?
-No soy casado -contestó.
-¿Y los anillos?
- No se necesita estar casado con alguien para usar anillos.
-Es cierto -contesté.
-Se puede estar casado con un sentimiento -concluyó.
- También es cierto –respondí, mientras pensaba, “cajero y poeta, ¿dónde terminaremos?

A la vez siguiente luego de ayudarme a vaciar el carrito y de que nuestras manos se encontraran más que lo habitual me miró y…

-Tengo que pedirte el teléfono.
-¿Para vos? -contesté.
-Para el supermercado -y balbuceó, -y para mí también.
-¿Celular o de línea?
-El que vos atiendas -con tono mas seguro.

Se lo dí y agregué:
-¿Me das el tuyo?
Me lo dio y lo miré.
-¿Algún horario en especial?
-No, no -me respondió algo inquieto.

Terminamos con el pedido y me despedí con un “Nos hablamos”.
Esa tarde sonó, el celular, estaba trabajando, con fastidio y secamente contesté:
-Hola.
-¿Señor José?
-Sí. Nadie me llama así.
-Soy Claudio.
-¿Dónde estás?
-En la calle –respondió.
-Metéte el señor en el trasero -le dije.
-Bueno, perdón, solo quería avisarte que ya no trabajo más cerca de tu casa. Me trasladaron a la sucursal de Constitución (fin del mundo, para mí).
-¿Pasó algo? –pregunté.
-Sí, la clienta que estaba detrás tuyo se quejó por la demora y porque intercambiábamos teléfonos.
-¿Qué tiene de malo? -respondí.
-Para ellos mucho, no se puede hacer eso con los clientes.
- Voy para allá, esos hijos de puta me tienen que oír.
- No, no vengas, no me han echado, solo me cambiaron de sucursal.
-Voy lo mismo.
-No, me perjudicaría, se entiende que vos no estás enterado. Después de todo el cliente sos vos y el cajero soy yo.




Me pareció terrible y espantosamente injusto, pero la lógica de Claudio era tremendamente clara. ¿Por qué me había llamado entonces? Decidí avanzar.

-¿Querés que nos veamos?
- Bueno, en la nueva sucursal estoy de 14 a 22.
-Está bien, salgo de mi laburo, hago un compra y te espero, voy en el coche.
-Bueno, avisáme. Cortó.

Me quede sin pensamientos un rato ¿Qué haría? ¿Iría? Lo que más me preocupaba era qué iba a hacer con un cajero, encamarme, acariciar su cuerpo, dejar que me acariciara; todo seguramente iba a andar bien pero ¿Después? ¿Qué le gustaría? ¿De qué hablaríamos? Cine, música, futbol o del tiempo ¿Claudio hablaría?
No llamé, mandé un mensaje con el celular. “Voy esta noche, hago una compra, hablamos” la repuesta no tardó, “Te espero, no pases por mi caja, te busco afuera”
Llegué cerca de la hora del cierre, entré, compré, vi a Claudio que ni se preocupó por mi presencia, me subí al auto que estacioné en la zona mas oscura, esperé. Las luces del súper se fueron apagando, en la entrada que yo vigilaba atentamente apareció una figura, alto esbelto camisa abierta, campera de cuero, pelos sobre la frente ¿era Claudio? Yo siempre lo había visto en uniforme, unos jeans apretados completaban el conjunto, hice señas con las luces. Con tranquilidad se acercó, abrí la puerta, entró con un tímida sonrisa mientra decía –Hola.
La sorpresa no me permitía respirar, un cacho de bestia animal humana estaba sentado a mi lado, extendió su mano y comprimió la mía.
-Gracias por venir; el otro día hablamos poco. Me quisiste defender, sos un buen tipo.
-Y vos sos hermoso -agregué, con la voz ronca que presagia en mí, grandes calenturas.
- Estás exagerando -respondió mientras bajaba los ojos.

¿Era o se hacía? ¿Valdría la pena averiguarlo? Extendí la mano, la apoyé sobre su rodilla dura, redonda y musculosa. Me recliné en el asiento. Claudio cubrió con su mano la mía y su rodilla, la sensación de una piel que se plegaba y envolvía lo que tocaba me invadió y ya no pude hablar.

-¿Querés tomar algo?
Si a vos, pensé, mientras lo miraba.
Reclinado en el asiento sobre un hombro, me miraba intrigado. Yo había perdido la voz, mis ojos se metían en los suyos. Los dedos de su mano, largos y cálidos, empezaron a moverse; aprisionaban los míos casi descuidadamente. Lentamente empecé a mover mi brazo hasta que llegué a su bragueta que reventaba por todos lados, dejé mi mano, la suya se posó en mi brazo levemente como tratando de guiarlo.

Me incorporé, acerqué mi cara.
-Nunca lo hice con un hombre –murmuró.
-Ahora lo estas haciendo -respondí, mientras mi boca alcanzaba la suya.

Mis labios se abrieron, los suyos no. Mis labios hicieron fuerza, Claudio dejaba hacer, nuestros dientes chocaron, mi lengua buscaba su camino, abrió sus dientes, mi lengua avanzó, la suya retrocedió, mi lengua entró, un sabor dulce fue lo primero que percibí, entré más y nuestras puntas se tocaron, la suya huidiza, la mía movediza, luego de un instante de duda la entregó y se entrelazaron.
Mi mano acariciaba un bulto en constante crecimiento, llegué al cierre, empecé a maniobrar, abrió sus piernas, comencé a bajar el cierre, Claudio se separó.
-¿Aquí? –Preguntó.
No contesté, mi boca se volvió a encontrar con la suya, con mi mano libre alcancé la palanca de mi asiento, lo recliné del todo, me extendí al asiento de él e hice lo mismo, pegada a su bulto mi otra mano seguía las pulsaciones de lo que no terminaba de crecer. Me aflojé los pantalones. Seguía besándolo, vencido, su lengua entraba y salía de mi boca, afanosamente perseguía la mía que yo entregaba o rehuía en un juego delicioso.

Se aflojó el cinturón y el cierre cedió, la tela de su boxer suave al tacto se agrandó aun más. Toqué y toqué una pija increíble, palpitante y mojada, no terminaba de crecer. Claudio suspiró cuando finalmente la saqué toda afuera, era perfecta. Se desabrochó la camisa, abandoné su boca y un pecho fuerte y suavemente velludo empezó a recibir mis besos, mi lengua y mi saliva, sus tetillas me esperaban, empezó a gemir.

Abrí mi camisa, enseguida y sin pedirlo me besó mis impacientes y duros pezones, me tocó gemir a mí. Mi mano no podía abandonar la pija en crecimiento, con la otra acariciaba su cara y su boca comenzó a morderme suavemente los dedos.
Abandoné su pecho, tenia vía libre hacia abajo, besé larga y profundamente su ombligo, el remolino de vello acariciaba mi cara, seguí bajando, el grosor de sus pelos anunciaban el destino, hundí mi nariz, un olor a leña recién cortada me dejó sin respirar, hice una parada en mi descenso, saqué la lengua y probé un gusto agradable pero que ya no podía identificar, mientras que con la mano lo pajeaba mi boca llegó, y se llenó de su pija. Mamé, chupé y salivé. Claudio acompañaba con movimientos el trabajo de mi boca, mientras que sus manos dejaron de acariciar mi pelo para presionar sobre mi cabeza para entrar más y más dentro de mí, mi boca alborozada lo recibía.
De pronto se inclinó, metió su mano en mis pantalones, llegó a mi culo y empezó a acariciarme. Pronto un dedo se metió en mi húmedo agujero, luego dos, finalmente entraba y salía, provocándome temblores de placer. Yo seguía chupando aunque mi boca apenas daba abasto.

-José, voy a acabar, gimió Claudio.
Mi boca siguió chupando, no podía, no podía detenerme.
Su cuerpo se tensó, su pija se endureció más aun y espasmódicamente mi boca se fue llenando de su leche que empecé a tragar mientras apretaba los labios.
Sus dedos se endurecieron en mi culo y entraron dentro en todo su largo. Mi cuerpo tembló y tembló. Nos quedamos quietos, mi boca seguía ocupada, sus dedos permanecían dentro mío. Con las manos libres nos acariciamos. Lentamente levanté los ojos y me encontré con los suyos, me volví a meter dentro de su mirada.
-¿Acabaste? -Preguntó.

Tomé su mano, la llevé a mi maltrecho boxer y la hice tocar lo mojado que estaba.
-¿Cómo hiciste?
-No hice nada –contesté con mi voz en recuperación –Solo te acompañé.
Largó una carcajada, yo estaba entre sus piernas vaya a saber por qué extraños movimientos. Me tomó de las axilas, me levantó y se inclinó, nos besamos con más calma. Con ingenuidad preguntó:
-¿Es tu saliva o mi leche?
-Es tu leche, respondí.
- Nunca la había probado.

Una profunda ternura me invadió. Tome sus manos y las besé mientras acariciaba los pelitos.
Empezamos a vestirnos. Me miró.
-El tren que yo tomo está a dos cuadras. ¿Me llevás?
Lo llevé a la estación. Dubitativo me miró.
-¿Nos volvemos a ver?
-Seguro que sí, yo te llamo.
Lo volví a besar, era el único lenguaje que me salía con Claudio.
Tenía que pensar. Claudio me dio un beso en la mejilla y se bajó.
–Quiero volver a verte, fue su despedida.

Arranqué el auto, mecánicamente puse un CD, era la voz rasposa de George Michael que cantaba “Fast Love”.


Looking for some education
Made my way into the night
All that bullshit conversation
Well baby can't you read the signs?

I won't bore you with the details baby
I don't even want to waste your time
Let's just say that maybe
You could help to ease my mind
Baby, i ain't Mr. Right

But if you're looking for fast love
If that's love in your eyes
It's more than enough
Had some had luck
So fast love i
all that I’ve got on my mind


José


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