Idea de olla
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Idea de olla
El sol se estaba poniendo. La playa estaba desierta.
Damián observaba el horizonte y respiraba del relajante aire del mar, esperando la idea. Necesitaba una idea.
El cielo, hacía apenas unos minutos despejado, se empezaba a encapotar.
Una idea. Una idea.
La soledad, la arena bajo sus pies descalzos, el olor a mar y el horizonte. Esa combinación siempre le funcionaba. Pero esta vez la idea se le escurría.
Dadme una idea.
Tan ensimismado estaba que casi no vio aparecer la cabeza. Cabello rizado negro, ojos grandes, piel morena. Conforme el hombre venía hacia él apareció su chaqueta sobre un jersey verde de lana. Pantalón de pana.
Un hombre vestido salía del mar. Caminaba. Salía del mar.
Damián lo observó con curiosidad, la mente en blanco. No pensó en que era extraño. No buscó el barco del cual podía haber caído. Sólo observó a aquel hombre salir del mar. Y sonreír.
Quietud. Dos hombres frente a frente. Más. Necesito más. Eso no basta. Dadme más.
El hombre vestido empezó a desnudarse. Damián no pensó que hacía las cosas al revés. Simplemente observó, la mente en blanco. El hombre tiró al suelo la chaqueta empapada y se quitó el jersey de lana. Damián observaba. El hombre se quitó la ceñida camiseta de algodón. Damián observaba. El hombre se deshizo del pantalón de pana. Damián observaba. Los zapatos, calcetines y el slip. Damián observó la desnudez del hombre, la mente en blanco.
Un hombre sale del mar completamente vestido y se desnuda. Dadme más. Necesito algo más.
El hombre se acercó a Damián y le ayudó a desprenderse de la corbata. Después le quitó la americana y la tiró en la arena. El cielo estaba completamente encapotado. En cualquier momento rompería a llover.
El hombre desnudo me desnuda. Dadme más.
El hombre lo ayudó a desprenderse de todo y se observaron, la mente en blanco.
El cuerpo de Damián reaccionó ante su propia desnudez y ante la desnudez del otro. Su miembro creció, creció dolorosamente. El hombre miró aquel miembro erecto. Lo miró con avidez.
El hombre me mira. El hombre me desea. Dadme más.
El hombre cayó a sus pies de rodillas y se introdujo su miembro erecto entre los labios. Y rompió a llover.
Damián gozó. El hombre gozó más. La lluvia caía sobre sus cuerpos desnudos, la mente en blanco. La boca del hombre abarcaba todo su miembro. Damián gozaba. El hombre más.
Damián empujó su miembro entre los labios del extraño, la mente en blanco. El hombre lo recibió. Damián gozaba. El hombre gozaba más.
Damián movía las caderas mientras le acariciaba los rizos, la mente en blanco. La boca del hombre lo acogía. Damián gozaba. El hombre más.
Damián gritó mientras se corría. Damián gozaba. Aquel hombre más.
El hombre recibe todo mi esperma. Lo saborea. Dadme más.
El hombre lo hizo acostarse sobre la arena y buscó con su duro miembro la entrada ardiente de su deseo.
Corín Tellado no. Dadme otra cosa, por favor.
Le dieron otra cosa. Le dieron una vara de carne que le perforó con embates de loco placer mientras la lluvia los mojaba, la mente en blanco. Diez, cien, mil veces.
El hombre lo atravesaba, la mente en blanco.
El hombre gozaba. Damián… más.
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