Anillos de amor



Título: Anillos de amor

Autor: Carlo Constantini

Blog del autor: PROHIBIDO LEER



Estoy conectado, hablando con Sebastián.

Sebastián: Te amo... ¿Tú?

Yo: Yo te quiero Sebastián, eres importante.

Sebastián: ¿No me amas?

Siento que lo traiciono.

Yo: Mejor hay que dejar que las cosas fluyan.

Él: Mañana nos vemos a las 2 ah, y vas a ver, me voy a vestir superguapote, supersexy, más sexy que queen Britney Spears. Yo, cuando me propongo algo, lo consigo, vas a ver chico escritor.

Yo, riéndome: Ya está bien cariño, yo también voy a ir apuesto. Pero sabes, Sebas, quiero abrazarte y besarte, no sé a donde ir.

No me contesta un rato, parece que está pensando.

Él: Amor, te voy a decir algo, pero me da roche.

Yo: Dilo.

Él: El único lugar para ir es un hotel jajaja... pero un hotel no es solo para tener sexo, sino también para hablar, conversar... bueno, si tu quieres también.

Me matan los si tu quieres de Sebastián, son extremadamente manipuladores porque siempre la respuesta es que sí quiero, y mucho.


Estoy aquí, paradote, esperando a Sebastián. Siempre se tarda un poco, pero también siempre llevo dinero para comprar cualquier cojudez de por ahí, cualquier artefacto extraño, cds bambas, ayudar a los miles de limosneros que hay aquí en Lima central.

Llega Sebatián, y pienso tienes razón Sebas, estás guapo, estás más guapo que Britney. Qué rico es estar con chico así como él.

No saludamos como amigos lejanos. Ni me mira. Es que tienes razón, Sebas, Lima es una mierda, Lima es celosa, antigua, hipócrita y homofóbica, mejor es así. Pero duele. Yo quiero abrazar a mi Sebas y decirle que lo quiero, lo haría en verdad, pero él tiene pánico a que le vean como bicho raro. A mí no, yo ya soy un bicho raro.

Como estoy sin dinero, luego de que me compré una cámara, un micrófono de lo máximo, mucha ropa y con las apuestas en el New York y Atlantic City, ¿Quién no estaría sin money?

Fuimos a un hostal barato. En la puerta no sabíamos cómo hacer. No queríamos entrar juntos porque es incómodo las miradas, entonces entré primero, pagué y desde el cuarto le mandé un mensaje: Habitación 201, pregunta por mí.

En 1 minuto tocó la puerta.

El cuarto era horrible, pero ya había pagado. Al principio conversamos (porque es obvio que pasó algo, pero no voy a adelantar la historia), Sebastián se sentó en la cama y conversamos un buen rato, mientras yo, más coquetón, le tocaba las manos. Me encantan sus manos, son fuertes, lisas, bonitas. Las mías son feas y heladas. Las odio. Me cuenta sus cosas, se hace el difícil, lo miro. Miro su cabello largo brilloso, su nariz pequeña, sus ojos que no sé qué color son, sus labios carnosos, todo de él me inspira mucha ternura. Siento que Sebas es un como un osito no gordo.

Luego no le dejé hablar y lo besé. Me besó muy rápido y fuerte. Me mordía a veces. Sentí como ese chico, mi chico rockero o como dije al inicio, el chico estafador me quería a mares, me deseaba a mares. Un GIGANTESCO AMOR CAYÓ COMO AVALANCHA SOBRE MÍ.

Lo hicimos medianamente.
¿Por qué medianamente?
Porque después de besarnos a mares, le besaba todo, yo desnudo, él algo calato, me quiso penetrar, pero no llevé condones, ni lubricantes (¿no que íbamos solo hablar nada más?), así que me dolió muchísimo y le dije que mejor no. Sebas, lo dejamos para la próxima, y yo sentí mucho amor porque lo supo entender. Luego se echó encima mío, me decía que me amaba, luego paró de besarme y... ¿vas a escribir esto, no?
Y yo, si tú quieres y él alegre sí, escríbelo y yo me sentí más baboso por él. Hacía años que no me acostaba con un chico y nunca me habían dicho que escriba las intimidades que tengo.

Cuando me conecté de nuevo en mi casa ya, cansado después de ir al gym privado del mejor fisicoculturista del Perú, campeón un millón de veces, Sebas estaba alegre.

Él: Amor, gracias por lo que pasó hoy.
Yo: Gracias a tí también.
Él: ¿Lo vas a escribir?
Yo: Sí.
Él: ¿Cuándo?, me avisas.
Yo: Cuando el corazón me lo diga.
Él: O sea, si el corazón te dice que no lo escribas, no lo escribes.
Yo: Claro, no lo escribo.
Él: Qué mal, yo que pensé que te había gustado, ¿no encuentras suficiente inspiración con lo que pasó hoy?
Yo: No lo sé, yo no elijo escribir.
Él, apenadísimo: Qué pena, me haces sentir muy mal.
Yo: Amor, entiende que uno no elige escribir, así como no elegimos ser gays, bisexuales, ser valientes, ser cobardes, ser libres, uno no elige feo o hermoso. No me obligues a escribir.
Él: ¿Para cuándo crees escribirlo?
Yo: No lo sé, de repente, para mañana o para el próximo año.
Él: Sabes qué, mejor me voy a dormir antes que me pelee contigo, te amo. Mañana nos vemos en el mismo lugar porque el domingo ya tengo que irme. Ya no nos veremos en un mes fácil, te amo, mi escritor favorito.
Yo, un poco angustiado porque no le hice entender que no elijo escribir: Yo más.


Estoy parado en el mismo sitio. Sebastián llega tarde como siempre, lo espero por amor
, nada más. Nos sentamos en una banca. Me dice cosas lindas a escondidas porque te pueden mirar feo, como enfermedad. Antes de irse, se saca un anillo que su mami le regalo cuando era pequeñísimo y me dice, mi mamá me lo dio para que no me ojeén. Ya está bien, amor, yo lo necesito porque mucho me miran los chicos y él me golpea despacio sonriendo.

Él: Y tú ¿no me vas a dar un anillo?
Yo: Qué no te acuerdas. Sí te lo di.
Él: No, no me lo diste.
Yo: Sí te lo di, el problema es que no supiste ponértelo.

Se ríe.
Me da la mano, nos miramos mientras pasan millones de personas al lado nuestro. Quiero besarlo. Me besa con la mirada, le hago el amor con la mano. Se va.

Me pongo triste.






¡¡Visita el blog del autor!!









¿Quieres ser colaborador de la página?

Si escribes relatos eróticos de temática gay y te interesa publicitar tu blog o simplemente publicar algo tuyo en esta página, envíanos tu relato a esta dirección: relatogay@gmail.com


Ir a la lista de Relatos