Drácula II



Título: Drácula II

Autor: José


Aterrorizado me encontraba sentado en una caja voladora que llamaban avión, camino hacia Los Ángeles, los ataúdes que cada cincuenta años encargaba Ian eran mucho más agradables. Cuando se elevó nos miramos seguros que moriríamos. La hechicera que nos otorgó la inmortalidad cinco siglos atrás seguramente no había pensado esta diabólica eventualidad. Habíamos subido a regañadientes en Roma y nos esperaban alrededor de veinte y cuatro horas de esta tortura.

Pasamos tres días en esa ciudad y mi máxima preocupación ahora que empezaba a recorrer mundo fue tener un vestuario según las revistas. Cada siglo me pasaba lo mismo era difícil acostumbrarme a los estilos dominantes máxime como sucedía, que anchos pantalones y holgadas chaquetas ocultaban mi cuerpo. Finalmente descubrí que los toreros y gitanos españoles estaban de moda y pude conseguir ropa con esta característica. Otra preocupación era el lenguaje que siempre actualizaba, sobre todo el erótico. Tener sexo podía ser follar, coger o fuck. Al pene se lo podía nombrar como polla, pija o dick. Afortunadamente la palabra culo se había mantenido incluso tenia mas fuerza que hace cincuenta años, también se denominaba ass. Yo había hecho mis elecciones.

Miré a Ian que mantenía su vista fija en la ventanilla del artefacto con bastante intranquilidad. Sin embargo algo sucedía con él, desde que el señor Warner nos visitó y concretó la invitación permanecía callado siempre que podía. Tomé su mano y comencé a acariciarla, ante su falta de respuesta metí mis dedos entre los botones de su camisa y acaricié su suavísima pelambre, giró la cabeza y me sonrío, lo que me animó a bajar y colocarla entre sus piernas esperando su respiración agitada. Ian, en vez, cubrió mi mano con la suya y detuvo mis dedos:

-Vlad, este viaje no me gusta -murmuró con voz suave y quejosa, rara en él.

-Ian, a mí tampoco, trato de no pensar pero este avión me tiene inquieto y temeroso -respondí mientras me recostaba en el asiento.

-Esto sí, pero yo me refiero a otra cosa, desde que usted vio esas fotos no hace otra cosa que hablar de Marlon y James ¿y… yo?

Me estremecí, siempre que estas conversaciones tenían lugar mi sensación era que rozábamos un límite peligroso.

-Tú y yo estamos unidos para toda la eternidad. ¿Cuál es tú problema Ian? -Aclaré cuidadosamente.

-No me entusiasma nada de lo que va a suceder -Desvió su mirada.

-Lo que puede suceder es una garantía económica y vital para nosotros, debes pensarlo así. -Mientras esto decía moví mis dedos alrededor del magnifico promontorio entre sus piernas, Ian levantó mi mano y en un gesto muy característico de él la acarició y besó diciéndome:

-No estoy seguro, yo hubiera preferido quedarnos en Transilvania, pasar los días juntos y desafiar los embrujos.

Callé, llegado a este punto mi razón era la que prevalecía, vivir lo cotidiano era empezar a sentir afecto el uno por el otro, lo que teníamos prohibido y si lo violábamos moríamos. No era la primera vez que nos sucedía, sí en cambio, nunca había pensado que lo afectara tanto a Ian y debo reconocerlo, a mí también. No podía seguir pensando.

El viaje continuó mas tranquilo, gracias a una señorita uniformada que calmó nuestras dudas, cambiamos de avión en una ciudad cuyo nombre había escuchado, Nueva York, espectacular, muchos decían que seria el centro del mundo.

Llegamos a Los Ángeles y nuestro anfitrión estaba esperando, dio la bienvenida y nos hospedamos en un hotel muy lujoso con bosque, piscina y asientos por doquier. Era mediodía y a la noche vendría para una fiesta en nuestro (¿mi?) honor. Por el cansancio dormimos.

Cuando desperté Ian preparaba mi ropa, lo llamé a mi lado y mientras lo besaba alcancé a susurrar:

-Tonto.

-Vlad, quiero caminar no me pida que lo acompañe -Dijo con la cabeza escondida entre mis hombros.

-Mas que tonto -Repliqué.

Me levanté, indiqué la ropa que quería y entré al baño. Cuando salí los ojos de Ian me miraron imparcial y duramente:

-Hermoso como siempre.

Sabía lo importante que era su mirada, el único espejo donde podía verme.En el siglo XVIII, gasté una fortuna en un espejo veneciano de fondo negro, que reflejaba mi imagen, lo perdí al abandonar Paris durante la Revolución Francesa.Nunca mas conseguí otro.

Me vestí con la ropa comprada en Roma. Al terminar miré sus ojos asombrados, el pantalón negro de tiro muy alto ceñido a mi cintura y la amplia camisa de seda roja realzaban mi figura, como en otros siglos lo había hecho la ropa cortesana. Entre las anchas botamangas se notaban unas elegantes botas de cuero negro con tacos. Abrí los botones de la camisa y mi pecho saltó con placer, Ian exclamó:

-Terriblemente seductor.

Anunciaron la llegada del automóvil, bajé en su compañía y no me atreví a mirar sus ojos que adivinaba tristes. Partí.

El señor Warner me esperaba, entramos juntos a un amplio salón lleno de gente que comenzó a presentarme. Vivian que haría la película con Marlon, Katherine fea pero simpática y una adolescente pelo negro y ojos violetas de nombre Elizabeth, los infaltables e insípidos Tyrone y Errol, Gregory, William, Humphrey y muchos más.

Lentamente fui conducido al final del salón donde Marlon miraba distraídamente hacia el jardín, extendió la mano y muy secamente dijo.

-Hola.

Era de los pocos que no vestían de etiqueta, llevaba una remera igual a la de la imagen y unos pantalones mas estrechos que los míos, que no tenían lugar sin ocupar, su presencia era mas fuerte aun que la foto, volví a pensar, esto es un hombre. Inusual en alguien de mi experiencia no sabia que decir, el impacto de la presencia de Marlon me había dejado callado.

De un extremo del salón el señor Warner traía una persona de encantadoras características, apelando a mi memoria era James, muy joven extremadamente hermoso se acercaba lentamente como si el tiempo y el espacio fueran de su propiedad, sobre su cuerpo una prenda de un furioso rojo empalideció mi camisa de igual color, colocado de cualquier manera cubría el cuerpo casi felino de su dueño, llevaba unos pantalones que me recordaron los que usaban los vaqueros de algunas películas que había visto, lo diferente era la forma de ser usados podía asegurar que nunca se los había sacado o que estaban pintados encima de tan bellas piernas, en el centro con premeditada y sencilla ostentación un poderoso bulto no pasaba inadvertido.

-¿Tú eres el conde rumano? -Esbozó una sonrisa, mientras extendía una mano.

-Soy rumano, pero no conde -Contesté mientras respondía al fuerte apretón de manos.

-El señor Vlad, no es conde -Aclaró, Warner.

-Que suerte, eres muy joven para ser conde, ¿quieres tomar algo mientras me cuentas de donde sacaste esa camisa?

James me tomó de un brazo haciéndome sentir que le pertenecía. Marlon con un vaso en la mano, bebía. El señor Warner se perdió entre la gente. Nos dirigimos hacia las bebidas.

-La camisa la compré en Roma, tomaría un vodka, ¿de donde sacaste lo que tienes puesto? -Agregué.

-Lo que tengo puesto se llama sweater es viejo, pero el color es muy lindo, yo beberé whisky -contestó imitando el ritmo de mis comentarios

No podía dejar de mirar el generoso bulto entre sus piernas y el fuerte y redondo culo que remataba su figura. Le pregunté.

-¿Donde se consigue ese pantalón?

-Se llama blue jean, lo usan los vaqueros, se consiguen en todas partes ¿Sabes el secreto para que te calcen bien? Tienes que bañarte con ellos y luego secarte al sol y se te van amoldando al cuerpo -mientras decía esto sus manos acariciaban la bragueta, mirándome fijamente.

-Tus pantalones me gustan mucho, te marcan lo que hay que tener y tienes bastante, pero es aburrido hablar de ropa ¿te gusta la música? -James guiñó un ojo.

-¿Jazz?

Lo había estado aprendiendo.

-No, no la música nueva se llama rock -Levantó la mano y la orquesta cambió.

-Esto es muy bueno, se llama “Rock Around the Clock” y se baila suelto ¿me sigues? -James comenzó a moverse.





One, two, three o'clock, four o'clock, rock,
Five, six, seven o'clock, eight o'clock, rock,
Nine, ten, eleven o'clock, twelve o'clock, rock,
we’re goanna rock around the clock tonight.

Se hizo un círculo, James y yo quedamos en el centro, la gente comenzó a batir palmas, yo no sabía qué hacer. James levantó los brazos, comenzó a seguir el ritmo y cada vez que se oía la palabra rock agitaba sensualmente su pelvis evidenciando con descaro sus redondeces traseras y sobre todo delanteras. En la medida que el ritmo llenaba mi cuerpo empecé a moverme, primero imitando a James y luego dejándome llevar por la música ; al momento él se aproximó y comenzó a agitarse alrededor mío, se acercó lentamente hasta que nuestros cuerpos se tocaron, mientras yo daba vueltas y palmadas, él comenzó a subir y bajar flexionando la piernas y tocándome por todas partes como al descuido, mi frenesí fue mayor. Cuando cesó la música los invitados aplaudían.

-¿Te gustó? Vamos a tomar algo, llámame Jimmy.

Riéndose pasó su brazo por mi cintura, mientras yo me colgaba de sus hombros.

Tomando y bailando con James el tiempo pasó rapidísimo, pero, a pesar de lo agradable no podía dejar de observar a Marlon, bebía whisky, con la cabeza gacha y el gesto adusto. Con el rabillo del ojo no dejaba de observar su magnifica figura.

Desganadamente comenzó a moverse y lentamente se acercó hacia nosotros al llegar al lado nuestro, apartó a Jimmy con la mano.

-¿Tú vas a invertir en mi película? - Preguntó, mordiendo las palabras.

-Todavía no lo sé -respondí con un hilo de voz.

El gran salón se achicó, solo estábamos los dos y Marlon continuó mordiendo palabras mientras mi corazón se aceleraba y mi respiración se agitaba.

-Vi que te gusta bailar ¿Vamos? -Ordenó, haciendo un gesto breve hacia la orquesta.

-El cantante es Frank Sinatra y la música se llama “Night and Day”, a mí me gusta la noche -susurró.

Una voz increíble entonó:





Night and day, you are the one
only you 'neath the moon or under the sun
whether near to me or far
it’s no matter, baby, where you are
I think of you day and night

Todo parecía una película. Marlon me tomó del cuello, puso mi cabeza en su hombro y pegó su cuerpo al mío en un solo movimiento, yo rodeé su espalda con mis brazos mientras comenzábamos a balancearnos; la oscuridad se hizo mayor, solo sentía mi mejilla en su hombro y la lenta ondulación de sus movimientos.

Suavemente me fue empujando al compás de la música hacia una arcada que no había percibido. No pronunció palabra, no hacía falta. Al atravesar la arcada me soltó, desató unas cortinas que cayeron pesadamente y me empujó a un enorme sillón. Me desnudó y se desnudó, su boca atrapó la mía y su lengua vibrante e inquieta investigó mi cara y mis orejas, se me tiró encima y una fuerte dureza oprimió mi abdomen; mis manos desesperadas fueron al encuentro de su pija mientras lamía su cuello y sus hombros, él en silencio, yo gemía. Tomándome de los hombros con energía, me dio vuelta y evidenció lo que para mí era un deseo: él mandaría, él controlaría la situación, él dominaba. Desnudo detrás mío comenzó a pasarme la lengua por la espalda, y cada vez me estremecía y provocaba mas gemidos en mí. De la espalda pasó a mi cintura y la fue mojando a su antojo, mis músculos se contraían de placer, me abrió las nalgas y comenzó a besarme el culo, sus mojados labios recorrían mi agujero con energía, sentí que algo se introducía en mí y pensé en sus dedos, pero la sensación era demasiado intensa, exigente y como si fuera un rayo entendí que su lengua se introducía en mi ano, nunca nadie lo había hecho y era extraordinaria la suavidad y lo húmedo de la sensación, no pude mas y comencé a pedir:

-Más, por favor, más, no interrumpas... -Hablé en rumano y en todos los idiomas que pude.

Marlon, imperturbable, continuó metiendo y sacando su lengua de mi culo con rapidez y precisión.

Cuando consideró que estaba suficientemente mojado se incorporó, con una mano mantuvo el camino libre y con la otra empuñó su pija y comenzó a metérmela; grité, más por pasión que por dolor, y firme pero lentamente fui atravesado. Me levantó la cintura, se arrodilló y comenzó a moverse.

La cortina se entreabrió dando paso a Jimmy, que se quedó observando, no le presté atención pues el mundo se había reducido a lo que pasaba entre mi culo y la pija de Marlon, sentí un leve rumor, levanté la cabeza, Jimmy se había sacado el sweater, al instante el pantalón y al segundo, subido al sillón, mantenía mi cabeza entre sus flexionadas piernas. Me ofreció su pene enhiesto, lo tomé con mi mano y lo introduje en mi boca besando y chupando lo que se movía y se agrandaba cada vez más. Jimmy apretó mi cabeza y cogió mi boca que ya no tenía límites.

Sentí que Marlon ceñía sus manos a mis costados, levantaba mi cuerpo y lo acercaba más aún a su abdomen, sus dedos penetraron en mis costillas con violencia mientras murmuraba por primera vez:

-Sí, sí, muévete, hijo de puta.

Obedecí y sentí que mi agujero se abría más aún, respondiendo a los deseos de Marlon, en ese momento la explosión de semen llenó mi culo, fue algo más allá del orgasmo, más allá de cualquier sensación conocida por mí, sentí que el lleno se irradiaba a todo mi cuerpo, la pija de Jimmy en mi boca era la de Marlon, palpitante y mojada, en mi culo. ¿Cuál era cuál? Poco importaba.

Los muslos de Marlon estaban pegados a mis muslos mientras se incorporaba lentamente. Su pija aún dentro de mí no cesaba de latir y mis labios continuaban chupando el pene de Jimmy. Marlon fue sacando su pedazo y cuando lo hizo besó mi culo como al principio. Hubiera gritado si no hubiese tenido la boca llena; no tuve sensación de vacío, después de sus besos mi agujero retenía el tamaño y grosor de la pija de Marlon.

Boca abajo en el sillón no había necesitado que se ocuparan de mis genitales, me concentré en Jimmy y revolví con mi lengua la cabeza de su pija, respirando pesadamente y cuan largo era se echó sobre el sillón y comenzó a chupármela; nos movíamos desordenadamente pero con mucha excitación.

Mi boca se empezó a agrandar al compás de lo que tenía dentro y finalmente, luego de penetrantes movimientos, la sentí completamente llena del semen de Jimmy, tibio y espeso; comencé a tragar mientras a mi vez eyaculaba en su boca, que me recibió con los labios apretados.

Las agitadas respiraciones comenzaron a tranquilizarse, con la boca desocupada y llena sonreí, había cumplido ampliamente con mi destino, gozar y alimentarme de semen, esta vez por partida doble.

Acaricié las piernas de Jimmy y él lo hizo con mi pecho, miré a mi alrededor, divisé a Marlon que con la cabeza gacha tomaba un whisky. Nos incorporamos, mientras escuchamos la voz mordida de Marlon.

-¿Vas a invertir en mi película?

Por primera vez lo veía sonreír escasamente por un costado de la boca.

-Sin la menor duda -respondí.

-Si llegas a tener dudas de nuevo, avísame.

Levantó su brazo en un gesto de despedida y desapareció entre las cortinas.

Han pasado ya cincuenta años, estamos en 1997, invertí en varias películas de Marlon y de Jimmy que tuvo un triste final pero que recordaré siempre por su ternura y belleza. La leyenda del conde Drácula ha seguido y no me molesta, la historia me ha reivindicado y Vlad III es héroe nacional con estatua incluida.

A pesar de eso yo aspiro a que la verdad sobre mí aparezca en los sistemas que Ian maneja tan bien, como Internet, y que Drácula, aun con un poco de la inevitable sangre del mito, sea reconocido como Sexy Dracula


En el 2047 despertaré de nuevo.



José





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