Jugando con el portugués


Título: Jugando con el portugués
Autor: Alejo Cerca



Noviembre 1975

Con el portugués nos conocíamos desde siempre.
El último tiempo nos habíamos hecho mas amigos ya que yo había conseguido en mi viaje a Miami revistas eróticas que por esa época eran muy difíciles de conseguir.
Nos juntábamos a ver fotos de minas en bolas que escondíamos adentro de revistas de historietas.

En una de nuestras conversaciones salió el tema de un lío que había pasado hacía mucho cuando nos descubrieron con mi primo apoyándonos.

-¿Te acordás cuando los agarraron tocándose el culo?

La verdad es que yo no me acordaba, y en ese momento me vinieron a la mente muchos recuerdos de esas actividades clandestinas que duraron casi un año.

-¿Vos como sabés?
-Me contó mi mamá que le contó la tuya.
-Pero eso fue hace mucho- me defendí.
-¿¿¿Te gustaba???

Me daba mucha vergüenza admitir que me encantaban los juegos anales.

-No, nada que ver.

Desde ese día cada vez que nos juntábamos me tocaba el culo jodiendo, yo me quejaba, pero era un juego habitual entre varones de esa edad, aunque hoy muchos lo niegan.
Yo me quejaba pero me encantaba. Al principio solo era una palpada, después ya me lo apretaba hasta que por último me clavaba la mano entre los cantos.

También me hablaba de mi mamá y se ponía al palo, así que yo le conté que la vi desnuda, grachando y que la espiaba.
El portugués siempre usaba pantalones de trabajo amplios así que salvo que se la agarrara no se le notaba si la tenía parada.
Como me gustaba verlo muy caliente le empecé a mostrar fotos de mi mamá en bikini que le había sacado con la Polaroid, Él se metía la mano dentro del pantalón y se tocaba mientras miraba las fotos.

-Qué culo, como me la cogería.
-¿Te gusta?
-Sí, mira como se me puso -decía mientras se agarraba el bulto.

Pasada navidad me decidí y le mostré fotos de mi mamá tomando sol en tetas y otras donde se le veía el matorral de pelos que se usaba en esa época. El portugués enloqueció y por primera vez se saco la pija del pantalón, era mas oscura que su piel, para mí enorme aunque no debía tener más de 15 cm parada. Él no podía sacar la vista de las fotos y yo de su verga.

Para navidad me habían regalado un short de lycra, en esos tiempos se usaba ese material para la ropa de baño y como hacía mucho calor lo usaba siempre.

-Qué buen culo te hace ese short, vamos a mi casa que mi mamá empezó a trabajar de mañana- me invitó.
-Bueno, vamos- acepté.

Ya en su casa desplegamos las fotos y hablábamos de mujeres y esas cosas, debo admitir que yo no sabía donde estaba el agujero de la concha.
En una de esas me paro, no sé para qué, y él me apoya el bulto en el culo. Estaba duro.

-Para, ¿qué haces? –protesté.
-Dale, déjame un poco que me froto, si a vos te gusta – contestó mientras se refregaba.
-No me gusta- mentí y me traicionó el instinto y paré un poco el culo.

Se frotó un rato, sin sacarla del pantalón y supongo que acabó porque se fue al baño.

-Mañana vení y trae mas fotos y róbale una bombacha a tu mamá- me dijo cuando me iba.

Ese día estuve muy caliente y ya en mi casa procedí a meterme salchichas con manteca tal como hacía años antes, mientras lo hacía soñaba que el portugués me penetraba el hoyo.

Obedecí y le llevé muchas fotos y una bombacha usada de mamá, cuando la vio la olió y se re calentó.
Ese día volvió a apoyarme pero con la verga afuera del pantalón, yo me recosté sobre la mesa y él me frotó sobre el short, me di cuenta que estaba afuera porque podía ponerla entre los cantos del culo, no aguantó y me llenó el short de leche.

-Boludo, me ensuciaste el short- le dije enojado.
-Ahora te lo limpio –dijo y con un trapo húmedo lo hizo mientras aprovechó para tocarme el orto a placer.

Dejé de ir unos días porque estaba muy enojado o con mucho miedo, aunque no por ello dejaba de estar caliente. En el apuro había dejado todas las fotos y la bombacha en su casa.

Después de año nuevo, (ya era 1976), una mañana me vino a buscar. Me pidió disculpas y me dijo que nadie se iba a enterar y que si yo no quería no lo hacíamos más.
Yo quería pero me daba mucha vergüenza decirle.
Dejé de ir hasta que nos encontramos en la panadería y a mí se me calentó el ojete. Es textual, sentía un calor en el agujero del culo que me moría.

-¿Tu mamá sigue trabajando?- pregunté.
-Sí, estoy solo, ¿venís?
-Voy, pero no hacemos nada- me defendí.
-Dale, vamos.

Fuimos, tomamos coca y miramos revistas pero normales, la verdad es que yo quería otra apoyada pero no me animaba a pedírselo.

-Che, devolveme las fotos- le dije con doble intención.
-Ahora las traigo- se fue a la pieza y volvió con todas las fotos.
-Están manchadas- me quejé.
-Algunas, me hago la paja todos los días pensando en cogerme a tu mamá.

No dije nada, me levanté y me apoyé sobre la mesa, paré el culo, estaba entregado.
Rápidamente se posicionó atrás y se empezó a frotar. En un momento me percaté que había sacado la verga.

-Me vas a manchar de nuevo y no vengo más- protesté.
-Sácate el short, así no te mancho.
-¿Sos loco?, ¿qué te pasa?
-Dale, no va a ser la primera que te apoyan carne con carne.
-No, dejate de joder.
-Bueno, ponete la bombacha de tu mamá y acabo ahí.

Fue y trajo la bombacha, entré al baño y me la puse, me gustaba, me hacía un culo muy lindo y me sentía toda una mujer. Salí contorneándome.

-Fah, te queda bárbara, que buen ojete- me halagó y me calenté más.

No respondí, me puse en la mesa con el culo muy parado, él se había sacado los lienzos y venía desnudo hacia mí.
La acomodó en la raya y se pajeó a gusto mientras me decía cosas que me re calentaban tipo putita, perra, zorra, hasta que llenó la bombacha de leche.
Esto lo repetimos varias veces hasta que la bombacha quedó inutilizable, estaba dura de tanto semen.

-Che, está muy dura la tela- me quejé.
-Y bueno, ¿qué querés que haga? Tiene wasca- se rió.
-Entonces me la saco- acto seguido quedé desnudo.

Él se fue a sentar, yo esperaba que me dijera de hacerlo sobre la carne pero no se atrevía. Pero la calentura podía más que la vergüenza. Él estaba desnudo, fui y me senté en su pija y empecé a moverme.

-Así puta, movete- me decía fuera de sí.
-¿Te gusta?
-Sí, puta, me encanta tu culo, ponete en cuatro que te lleno la canaleta de leche.

Obedecí, me agaché en el piso, paré el culo y él se frotó hasta dejarme la raya pegajosa de leche.

Esto se repitió muchas veces hasta que pasó un día y me dijo que lleve la polaroid que había comprado un rollo.
Fuimos a su casa y me hizo fotos en muchas posiciones, solo y con su pija apoyada.

-Abrite los cantos – ordenó.

Obedecí, sacó fotos de mi agujero.

-Por ahí hubo visitas- se rió.
-Nada que ver- me enojé.
-No te chives, tenelo abierto que te acabo en el agujero, vas a ver que lindo.
-Y vos, ¿cómo sabes?- pregunté asombrado.
-A mí me cogieron en el campito.
-¿Cuando?- pregunté asombrado.
-Un montón de veces, me llevaron engañado la 1º vez y me gustó.
-¿Te rompieron el culo?
-Sí, una vez me pasaron cuatro y me acabaron adentro.
-Ta bien, pero no la metas- dije, pensando que no me iba a hacer caso.

Primero gozó mi raya y cuando estaba a punto expuse mi agujero que ya se abría y sentí como algo de semen caliente entraba, quería gritarle que me rompiera el culo pero no me animaba.
Todo siguió igual, él se fue una semana afuera y no nos vimos, cuando volvió le conté que el 31 era el ultimo día que estaba porque me iba de vacaciones.

-Me voy de vacaciones hasta marzo- le conté.
-¿Cuando?
-El 1º de febrero.
-Vamos a casa- esta vez no fue un pedido, fue una orden.

Llegamos a la casa pero estaba la madre y nos cagó el juego, no trabajaba hasta febrero.
El 31 muy temprano sonó el timbre, me venía a buscar.

-Mi mamá se fue a hacer trámites, ¿vamos?- propuso.
-Dale, vamos, ¿cuanto tarda?
-No sé, hasta el mediodía.

Fuimos, sin preámbulos me saqué el short, él se desnudó, y empezó la rutina. Tenía los huevos muy grandes y la pija muy dura.

-Hace 10 días que no me hago la paja, tengo mucha leche.

Apoyé el pecho en la mesa y puse el culo bien en pompa, me separé las nalgas para dejar mi agujero muy expuesto y sentí todo el calor de esa pija en mi ano. Sentía la humedad del líquido preseminal en mi ojete. Sentí la presión en mi esfínter que palpitaba de placer y me sentí una mina. El portugués seguía empujando cada vez más fuerte.

-Cuidado, no me la metas- dije.
-No, solo te apoyo-mintió.

Se separó un poco y me mojó el orto con mucha saliva. Apuntaba y empujaba, se alejaba y repetía la operación, cada vez sentía el esfínter abrirse más hasta que en una de las embestidas cedió y se metió el glande.

-La cabeza- grité.
-Está afuera- mintió.
-Meteme la cabeza y acabame adentro.
-Sí, puta. Toma, toma.

Al fin tenía la punta de una chota en el culo, estaba ardiendo, él seguía metiendo y sacando hasta que sentí toda la cabeza adentro y mis intestinos llenándose de semen.

-Cogeme, cogeme, llename- jadeaba.
-Toma leche, puta, toma- decía mientras me llenaba de semen.

Hermosa sensación la de sentirse lleno de leche caliente, resbaloso y deseado, solo me arrepentí de no pedírsela toda hasta el fondo.


Alejo Cerca



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