Todos los comienzos son difíciles


Todos los comienzos son difíciles

Autor: Antonio Marti VERA


Acababa de llegar a Alicante, era una soleada mañana de primavera y me sentía muy nervioso. Era la primera vez que no iba a estar bajo el cuidado de mis padres, otros chicos a mi edad ya se han independizado y hacen su vida , pero para mis veintiún años aun no había salido nunca de casa y me sentía un poco perdido.

Mis padres me habían mandado a Alicante para que hiciera un curso de especialización para completar mi formación y deje a mi novia en Madrid para venirme a Alicante. Mi novia y yo nos conocíamos de los campamentos de la iglesia desde que habíamos empezado de niños y luego pasando a ser monitores. Los padres de mi novia y los míos eran amigos desde el instituto y parecía que ya nuestras vidas estaban predestinadas desde antes de nacer.

Mi primer día en el colegio estaba muy nervioso ya que todo el mundo parecía que sabía a donde tenía que ir, claro, todos menos yo. Estaba en el pasillo mirando la inmensidad y pensando, que hago. De repente un chico se acercó hacia mi y me saludó y me preguntó si necesitaba ayuda.

- Hola, ¿estás perdido?
- Hola, sí, no sé hacia dónde tengo que ir, apenas he llegado y tengo las maletas ahí, y no sé qué tengo que hacer ni a donde ir.
- Si quieres puedo ayudarte. Por cierto, ¿cómo te llamas?
- Sí, muchas gracias, necesito tu ayuda. Me llamo David, ¿y tú?
- Alex, encantado.

Alex me acompañó enseguida a la oficina de información y me acompañó en todo momento hasta que dejé las maletas en mi habitación y estuve sano y salvo. Mientras yo me quedé en mi cuarto organizando mis cosas él se fue a hacer unas cosas que tenía pendientes. Antes de irse me dijo si quería que fuéramos luego a comer para enseñarme un poco la ciudad y accedí.

- Gracias Alex por haberme ayudado, me sentía muy perdido, es la primera vez que salgo de casa y no sabía que hacer. Cuéntame cosas de ti.
- Pues soy de Valencia, tengo veintidós años y como tú he llegado para hacer el curso éste porque mis padres se han querido librar un tiempo de mí.
- ¿Tienes novia?
- No, ¿y tú?
- Sí.
- Luego si quieres salimos un poco por la playa y te enseño algo de la ciudad.

Cuando terminamos de comer Alex me llevó por toda la ciudad y me sentí muy a gusto y al mismo tiempo me sentía muy feliz porque veía que no me iba a sentir solo, ya tenía alguien con quien contar.

La primera semana pasó rapidísima, Alex me había enseñado toda la ciudad y ya me conocía esto como la palma de mi mano, habíamos cogido una buena rutina de estudios, todas las mañanas almorzábamos juntos y luego íbamos a clase, de ahí a la biblioteca a estudiar y luego por la tarde salimos a relajarnos un poco. Luego nos íbamos a cenar por ahí hasta que ya a la noche nos íbamos a nuestros respectivos cuartos y yo llamaba a mis padres y a mi novia.

La segunda semana llegó y empecé poco a poco a llamar menos a mis padres y a mi novia, pasábamos todo el tiempo juntos Alex y yo y cada vez que hablábamos sentía que me comprendía cada día más y yo a él, pero al mismo tiempo nos distanciábamos más mi novia y yo y discutíamos más, hasta que llegó la cuarta semana de estar allí y toda esa semana la había pasado sin llamar a mi novia, ni siquiera me acordaba de ella. Y entonces ella me llamó y me dijo que me dejaba, a lo cual tengo que decir, no sentí ni frío ni calor. Entonces hablé con Alex y me dijo que había encontrado un pequeño piso, que si nos íbamos a vivir juntos y salimos del control del centro, así podríamos estudiar más a gusto y estar mas cómodos viviendo. Llamé a mis padres y accedieron a que me alquilara el piso con un compañero de estudios, el piso estaba cerca de donde estudiábamos, estaba muy bien situado y tenía una pequeña terraza donde poder tomar el sol. La convivencia con Alex era buenísima, nos repartíamos todas las labores de la casa gracias a que Alex me enseñó todo porque yo no tenía ni idea ni de planchar. Estábamos cada vez más unidos y era el único amigo que tenía en Alicante, no había conocido a nadie más.

Decidimos dar una fiesta en el piso y así conocer a algunas personas, gente de clase y eso y así hicimos. Hablamos con la gente de la clase y les dijimos que queríamos hacer una cena botellón en nuestra casa. Estábamos súper contentos ya que así podríamos relacionarnos un poco más con la gente de la clase. Todo el mundo que invitamos empezó a llegar cuando ya teníamos la mesa del comedor llena con la comida y todos traían alguna botella de bebida. Comenzamos a cenar entre bromas, chistes y preguntas que nos hacíamos los unos a los otros para conocernos. Una vez que la cena se terminó apartamos la mesa del comedor para poder tener mas espacio y estar más cómodos. La noche fue genial hasta que ya se hizo bastante tarde y los vecinos empezaron a quejarse ya que todos llevábamos una borrachera un poco consistente. Todos fueron saliendo del piso y una de las veces que salíamos a acompañar a unos, al ir entrando hacia el comedor oímos un comentario que decía algo de nosotros, decían que esa fiesta ya les había confirmado que éramos gay y que estábamos liados los dos. Cuando entramos al comedor en nuestras caras se notaba reflejado que habíamos oído el comentario y que no nos había sentado bien a lo cual se levantaron y se marcharon. Enseguida comenzamos a hablar.

- Ya ves, David, encima de que les invitamos a cenar y para hacer amistad nos insultan.
- Sí, tienes razón. Mañana cuando lleguemos a las clases les voy a montar una discusión.
- ¿Y por qué crees que han pesado eso?
- Pues no sé… Yo sé que me siento muy bien contigo, que nos comprendemos y que sólo me apetece en estos momentos el convivir contigo.




Seguimos hablando más rato y empezamos a reírnos, a contarnos cómo fue la primera vez que nos habíamos visto y cómo habíamos llegado a esa complicidad. Nos tumbamos los dos en el sofá y seguimos contándonos cosas y bebiendo, de las ilusiones que teníamos y de las metas que queríamos conseguir y cuando fuimos a brindar por esas ilusiones el vaso de David se rompió y le lleno toda la camiseta de bebida. Comenzamos a reírnos y yo me acerqué hacia él y le quité la camiseta de forma que se quedaron nuestros cuerpos enfrentados y estábamos mirándonos a los ojos y no parábamos de reírnos a lo cual me dijo David que no valía, que yo ahora tenía una camiseta limpia puesta y el ninguna y me quitó la camiseta que llevaba puesta, y volvimos a quedarnos mirándonos fijamente y sin parar de reír. Ahora estábamos los dos abrazados sintiéndonos el roce del pecho y de repente nos besamos, creo que ninguno de los dos nos esperábamos que pasara eso, pero continuamos besándonos y acariciándonos los pectorales, nos levantamos del sofá y nos fuimos a la cama y allí terminamos de desnudarnos y nos tumbamos en la cama, continuamos besándonos y comencé a recorrer su cuello con mi lengua, y fui bajando por su torso hasta llegar a su pene, estaba completamente erecto y comencé a recorrérselo con mi lengua y mis labios. Enseguida empezó a salirle liquido preseminal y se incorporó y comenzó a mamarme también mi pene, luego se incorporó y se sentó encima de él, poco a poco noté como se iba abriendo paso dentro del ano hasta que ya por fin estuvo dentro del todo y comenzó a cabalgar encima de él. Poco a poco los gemidos eran más fuertes y los dos estábamos muy excitados, nunca me había planteado el que eso pudiera pasarme, pero ni en esos momentos me paré a pensar lo que pasaba, sólo quería disfrutar del momento, hasta que por fin vi como en su cara emergía una sonrisa cada vez más grande y noté como se corría a lo cual enseguida me corrí yo también. Comenzamos a besarnos y acariciarnos y a los pocos minutos de estar tumbados en la cama nos quedamos durmiendo. Por la mañana nos levantamos y nos fuimos para la ducha, esa mañana nos levantamos los dos juntos y entramos al aseo juntos y de repente nos metimos los dos a la ducha y empezamos a enjabonarnos, era como si fuera ya algo común entre nosotros el ducharnos juntos y la verdad no me arrepentía de lo que había pasado la noche anterior y me sentía aún más a gusto con él. Salimos de ducharnos y desnudos nos pusimos a hacernos el desayuno y almorzar cuando de repente tocaron a la puerta del piso, cogí una toalla y salí a abrir, cuando de repente vi junto a mí a mis padres y a mi novia que habían venido a pedirme explicaciones de porqué había cortado con ella y me había sentido indiferente. David no había oído el timbre de la puerta y salió denudo al pasillo a buscarme y enseguida le vieron mis padres y mi exnovia a lo cual dijeron que ya entendían porqué había cortado con ella de esa manera y porqué no les llamaba. Se fueron enseguida y me dijeron que ya me llamarían, así que nos quedamos otra vez los dos solos en el piso, muy relajados y con muchas más ganas de hacer el amor.

Antonio Marti VERA


(Este relato participó en el Primer Concurso de Relatos Eróticos Gay - Agosto/Septiembre de 2009)



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