Agosto
Agosto
Autor del relato: José
Lunes, llueve en Buenos Aires. La interna meteorológica de los santos parece definirse por San Ramón y no por Santa Rosa. Húmedo y pegajoso llego a mi casa. Está Joaquín. Tirado sobre el parquet rodeado de hojas y carbonilla, dibuja y fuma. Un olor penetrante y dulzón rodea el ambiente. Me fastidio, no es hora para la fumata. Le tiro un beso distraído mientras lo miro de reojo, bermudas anchas y musculosa ajustada, voy a mi habitación y me saco los zapatos, ¡¡este portero es un boludo!! ¡¡Está la calefacción prendida!! Más fastidio me quedo en boxer y en patas. Vuelvo adonde está Joaquín y me siento en un sillón a su lado, sin mirarme me extiende el faso, relajáte, opina, casi ordena. Aspiro el humo.
-Tendrías que comprarte un macetita-, comenta.
No me hace gracia.
Me dedico a mirar el dibujo. Un robot inexpresivo tiene entre sus piernas una pija transformada en un caballo montada por un caballero, su lanza se extiende como un chorro de semen. Enfrentado, otro robot transparente y vacío muestra entre sus piernas la entrada de un castillo medieval, piedra por piedra y un escudo nobiliario en lo alto, el caballero esta atravesando la puerta.
Joaco me mira y pregunta,
-¿Existe el arte porno?
-No creo- contesto- existe el arte erótico.
Con habilidad y rapidez dibuja un culo clavado por una pija, compara y agrega,
- ¿Cuál sería la diferencia, en donde está el límite?
-En la percepción, respondo.
Miro su dibujo de nuevo, detrás de las figuras se extiende una pradera, sus pliegues me resultan conocidos, son las figuras de mi cubrecama, al fondo las montañas, son los almohadones. Me sonrió por primera vez.
-Ponéle música a mi caballero, pide Joaquín.
Me dirijo al aparato de música. Miro los CD, descarto por obvio “Cavalleria Rusticana”, música de películas, pienso, mientras me decido por “Indiana Jones”.
Regreso a su lado, tiro un almohadón y me siento. Veo que bajo el dibujo con letra armoniosa escribió una frase “Por donde el tigre pasa solo quedan ruinas”.
-¿Es el título? pregunto.
-No, es una invitación, responde.
Quedamos en silencio, terminamos el faso, mientras “Indiana Jones” agoniza. Sé que luego viene “Love Story”, sin enojo extiendo mi brazo. Mi mano acaricia el tigre…
José
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