Iván, un hermano como Dios manda, IV
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Iván, un hermano como Dios manda, IV
La cercanía de su cuerpo, el contacto de su piel, la visión de su fuerte pecho desnudo y su respiración por tanto tiempo anhelada, bastaron para prender una llama que en ningún momento se había apagado. Con cierta delicadeza le fui despojando del resto de su ropa mientras Iván se dejaba hacer con una sonrisa traviesa. Cuando lo hube dejado en slips le hice dar una vuelta para advertir los cambios que el gimnasio había logrado en su anatomía.
- Estás como quieres, cabrón.
Por toda respuesta, Iván empezó a contornearse como si aún estuviera trabajando de gogó en Ibiza, algo de lo que parecía hacer siglos.
Mientras bailaba al son de mis miradas empezó a acariciarse el pecho, el ombligo, las piernas...
Su polla estaba enorme, durísima bajo el apretado slip, y él aprovechaba para tocársela con pequeños roces que yo no perdía de vista. Después las caricias empezaron a centrarse sólo en esa zona. Se cambiaba el vergajo de lado, tiraba hacia abajo del slip y arrastraba con la tela su duro miembro pero sin llegar a liberarlo... Se me hacía la boca agua. Sin dejar de observarlo ni por un momento me fui despojando también de mi ropa hasta quedar como él.
- Seguimos usando la misma marca - murmuró, la voz tomada por la anticipación.
Sin poder resistir ni un momento más me acerqué a él, que aún danzaba, y le saqué la polla y los cojones por un lado del slip. Durante unos deliciosos segundos recorrí su miembro con mis manos. Iván había dejado de bailar. Miraba el trabajo que hacían mis dedos con una intensidad demoledora. Entonces me puso las manos sobre los hombros y me guió hacia abajo. Me arrodillé y pegué la nariz al tronco de su vara, y me quedé ahí un momento aspirando su aroma.
Siempre me ha vuelto loco el olor a polla, en especial el olor de su polla.
- ¿Te parece la cocina un lugar adecuado, esta vez? - le pregunté, mirándolo desde abajo.
Me colocó la verga suavemente sobre la mejilla, la sentí palpitar sobre mi piel. Inspiré profundamente. El increíble olor de sus huevos, cerca. El latido de su miembro sobre mí. El paraíso. Noté cómo su precum me mojaba la oreja.
Contestó:
- Me parece el mejor lugar del mundo ahora mismo.
Después empezó a masturbarse despacio, sobre mi nariz. Aspiré de nuevo su aroma mientras yo también me sacaba la polla por un lado del slip, y empezaba a pajearme embriagado de su olor a macho.
Me puso el glande mojado ante los labios y mi lengua salió a recibir el salado sabor de su precum. Al recoger aquellas gotas él se estremeció pero yo me estremecí más. Entonces Iván me cogió la cabeza y me atrajo hacia sí, introduciendo lentamente su enorme polla en mi boca hasta que no quedó nada fuera, más que sus cojones contra mi barbilla. Dejé de masturbarme porque tener su carne por fin en mi boca después de tanto tiempo, sentir cada centímetro de su increíble falo dentro de mí, me había excitado hasta tal punto que un sólo roce me hubiera bastado para derramar mi leche en el alicatado.
Cuando, después de disfrutar de aquel momento con todos los sentidos, se la empecé a mamar, mi hermano soltó un suspiro que me enterneció. Era un suspiro de "ya era hora", de "por fin en casa". Yo sentía lo mismo.
Mi cabeza se movía diligentemente adelante y atrás y su cuerpo se balanceaba un poco, se alejaba y se acercaba con ritmo propio, pero a veces aprovechaba para coincidir conmigo, bien adentro, dando un golpe de cadera. Mis labios escanciaban abundante saliva. Su mano izquierda guiaba a veces mi cabeza. Su mano derecha sujetaba a ratos sus cojones por la base. Su enorme falo se endurecía más y más. Yo tragaba sin descanso. La saliva se escurría polla abajo. Era sublime.
Adentro y afuera, una y otra vez.
Adentro y afuera.
La saca. La pone toda mojada sobre mi nariz. Respiro. Me golpea con ella. Zas. Zas. Una vez más. Agarro con fuerza mi polla, he estado a punto de correrme otra vez.
Aproveché el descanso para cubrirle el glande tirando de la piel hacia delante, pasear la lengua entre los pliegues de su piel, chupar a placer. La polla de mi hermano me obnubila, me fascina, me enloquece. Mamar ninguna otra polla me ha provocado jamás semejante placer.
Con un suave movimiento volvió a guiar su miembro hacia las profundidades de mi garganta y empujando mientras me sujetaba la cabeza con ambas manos imprimió cierta velocidad al asunto. Comencé entonces a tragar como una buena puta, sin importarme atragantarme con tal de que no se detuviera, para que siguiera violándome la boca por toda la eternidad, cada vez más fuerte y sin compasión.
Sin embargo, Iván tenía otros planes. Me sacó la polla de entre los labios sin avisar y agachándose me llenó la boca con su lengua ávida. Nos comimos las bocas con ansia. De hecho, Iván fue capaz de quitar el montón de cosas que había sobre la mesa de la cocina sin dejar de besarme. Luego recostó el pecho sobre ella ofreciéndome su increíble culo. Me puse a su altura, le di una nalgada y a continuación le di un lametón en el esfínter que le hizo estremecer. A partir de ahí, Iván comenzó a retorcerse de gusto. Me amorré a su agujero y empecé a darle lengua mientras con una mano me pajeaba y con la otra apretaba su dura polla que apuntaba hacia el suelo.
Iván comenzó a gemir de gusto y a pedirme que me lo follara. Le metí el pulgar para ver cómo iba y su culo se lo tragó sin esfuerzo.
- Fóllame, Alex- volvió a pedir.
Ya estaba en posición, con la polla llena de saliva a las puertas del fabuloso trasero de mi hermano, que se retorcía de placer esperando ser atravesado, cuando escuché la llave girar en la cerradura. Segundos después la puerta de la calle se abría.
Solo una persona aparte de mí tenía llave de mi piso: mi exnovio Leo.
Continuará...
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