Fin de Semestre




Título: Fin de Semestre

Autor: Knox

El semestre septiembre enero estaba por terminar y ya se notaba en lo cargado de las nubes durante la tarde. Pero hasta ese día no había caído lluvia parecida a aquella bajo la cual Jonathan y yo tuvimos que correr desde la estación de bus a mi departamento para estudiar Anatomía. Era el último examen antes de finalmente estar libre después de un muy duro primer semestre en la escuela de Medicina y el único para el que realmente tuve que estudiar. Jonathan simplemente me caía bien, me parecía interesante; le gustaba el Metal y era más bien del tipo callado, del primero que se salía del grupo para irse a su casa; el único sujeto de toda la clase en el que me había fijado durante el semestre.

A pesar de mis intentos medio frustrados y torpes de bajar con él hasta la estación de bus o de hacerle conversación antes de entrar a clase, jamás pude acercármele; la verdad es que a pesar de lo mucho que me gustaba, tampoco pensaba ponerme a salir con nadie después de haber terminado con Santiago durante las vacaciones de verano. Lo más cerca que estuve de intentar algo con Jonathan fue una tarde de viernes que terminó con el yéndose porque se le hacía tarde para tomar el autobús –no he mencionado que él vive como a una hora del campus– y yo pagando los cuatro dólares del combo de cervezas. Entre otras cosas me había fijado en un sujeto que mi intuición me decía; era heterosexual. Pero un amigo mío dice que siempre puedes seducir a alguien emborrachándolo, así que me quedé con la cuenta de las cervezas –tampoco he mencionado que odio la cerveza.

A pesar de la falta de proximidad, él accedió a estudiar en mi departamento ya que como quedaba cerca del campus podríamos quedarnos más tiempo durante la noche estudiando, y no habría problema con despertarnos un poco más tarde durante la mañana para llegar a tiempo al examen. Él tenía que sacar 3,2 y yo 2,8 sobre cinco para aprobar, lo cual se veía bastante difícil.

Así que allí estaba yo, llegando empapado a mi departamento, teniendo que estudiar para un duro examen, más de cuatro meses viviendo de hacerme la paja y sin salir con nadie y encima teniendo que soportar la noche con un chico que realmente me ponía.

-Estás hecho una sopa. De seguro mi ropa te queda bien, así te doy algo mío antes de que te enfermes –le dije arrojándole una toalla. Jonathan y yo somos casi de la misma estatura. Yo soy atlético, del tipo delgado, pero atlético. Él es un poco más fornido, pero mi ropa de seguro le quedaba de todas formas.

Me desabotoné la camisa mirando al piso y cuando alcé la mirada tenía frente a mí esos brazos y ese pecho desnudo que tantos minutos de la clase de Embriología había pasado imaginándome. Su cabello rizado empapado lo hacía ver muy bien. Miré ese pecho grande de pezones duros y bien redondeados, esos brazos fuertes todavía con agua sobre ellos, miré la línea de vellos que va del ombligo al pubis pensado en lamer el agua que estaba entre ellos con una poderosa erección bajo mi pantalón cuando su voz interrumpió mis pensamientos.

-¿Qué tanto miras?

-Es sólo que… Estás como quieres cabrón.

-¿Hablas en serio?

-Solo mírate…

-Tú no estás nada mal –dijo acercándoseme. Y tomándome por la cintura.

Entonces perdí todas las ganas de estudiar, quería hacerlo con él en ese momento. Mi erección se volvió dolorosa debajo de mi pantalón, mi miembro quería salirse. Su boca tan cerca de la mía. Lo besé, jugué con su lengua, le mordí el labio inferior. Enseguida estuvo sobre mi cuello mientras yo besaba su cabello y sus orejas. Mis manos jugaban con su pecho, le pellizqué los pezones y empezó a gimotear sobre mi cuello, sentía su aliento cálido. Bajé con mi lengua hacia esos pezones duros, hice círculos alrededor, fui de arriba abajo y de un lado hacia el otro. Empecé a succionar con fuerza mientras él acariciaba mi cabello hasta que gimió. Llevé una de mis manos hacia su paquete. No podía ser, todavía no estaba duro y yo ya estaba tan mojado dentro de mis pantalones que lo sentía escurrirse por mis muslos.

Lo llevé contra una de las paredes y acomodé mi pelvis en medio de sus piernas. Empujé un poco mi paquete contra el suyo.

-Oyeeee… ¿Todo eso es tuyo? –me dijo al instante de acercarme.

Lo besé y empujé un poco más hasta que el tuvo que devolver el empujón. Así empezamos el intenso vaivén mientras nos besábamos. Me alejé un poco para poner mi mano en medio. Sentí el poder de su miembro en erección completa y no me resistí más. Aflojé la hebilla de su cinturón y metí mi mano directo por debajo de sus calzoncillos, estaba tan caliente. Dejé por un momento su húmeda y tibia boca y besé su cuello mientras lo masturbaba, él ya se había bajado el pantalón y el calzoncillo hasta las rodillas. Llevé su miembro hacia arriba contra su abdomen y lo masturbé de arriba hacia abajo. Su verga era grande, la punta quedó más arriba de su ombligo, y ancha, de seguro un poco más ancha que la mía. Me moría por tenerla en mi culo. Estaba todo húmedo dentro de mis calzoncillos y él no dejaba de acariciarme el culo. Le di un par de tirones a las bolas y él rió.

-Eso te gusta ¿no? –Dije riendo tras oír su risa– Quítame los pantalones.

-Todo tú me gustas –dijo con un guiño– Veamos lo que tienes.

Una vez fuera, tomé mi verga y la llevé contra la suya. –Tengo casi lo mismo que tú campeón, la tuya es solo un poco más gruesa le dije acariciándole la verga con una mano y ese pecho que me enloquecía con la otra. Aprovechó mi descuido para alzarme tomándome desde el culo. Pegué todo mi torso al suyo mientras me llevaba hacia la cama. Me soltó con gentileza.

-Te la voy a mamar. Relájate.

-Como ordenes –le dije mientras me acomodaba.

-Qué rico. Estás todo mojado –dijo después de darme la primera lamida a lo largo de la verga.

-Eso es obra tuya que me has puesto a cien en dos segundos. Sigue chupando.

Fue una gran mamada, debía ser esa boca tan caliente que se manejaba. Su lengua jugaba en cada momento con mi glande, y a mí no solo me bastaba gemir, sino que mis caderas se movían impulsadas por la excitación, subió hasta mi pecho y me mordisqueó los pezones mientras me masturbaba, aproveché para acariciarle toda la espalda y agarrar esas nalgas firmes y musculosas, le pasé el dedo varias veces por el culo, a lo que respondió con quejidos ahogados, tenía la boca demasiado ocupada con mis pezones como para gemir a boca llena. Volvió a descender hacia mi verga, esta vez un poco más lento y lamiéndome las bolas también, yo aproveché para acariciarle ese cabello hermoso y esos hombros poderosos. Él me acariciaba los muslos por adentro de arriba hacia abajo provocándome espasmos en la cadera, se sentía genial. Ya no soportaba más la excitación.



-En la cómoda hay condones. Ya no jalo guapo. Ponme la verga en el culo ya. –Él obedeció mi orden de inmediato, yo me volteé para quedar boca abajo, pero luego me puse más bien a cuatro, quería una penetración profunda. Se colocó detrás de mí y pude sentir el calor de su abdomen bajo sobre mis glúteos. Jugó un rato a pasarme la verga de arriba hacia abajo por el culo, pero yo quería que me penetrara, estaba tan ansioso que tomé las sábanas para morderlas.

-¿Quieres esta verga en tu culo?

-Sabes lo que quiero.

-¿Quieres mi verga en tu culo? –volvió a preguntar mientras la sostenía entre mis glúteos.

-¡Sí chucha sí! Ponme la verga en el culo –le grité.

Entonces comenzó la embestida, primero lento hasta entrar completo. Después me tomó con sus manos por la cintura y me penetró duro y profundo por un rato, tomé una de sus manos de mi cintura y la llevé hacia mi verga para que siguiera masturbándome, yo estaba tan mojado, que él tomaba mi líquido y lo esparcía suavemente por toda mi verga. Impulsé mi otra mano hacia atrás y le di una buena nalgada a lo que él respondió con una carcajada. Se inclinó por un momento, me entregó su aliento entrecortado sobre el hombro y empezó a morderme la oreja. Yo no podía parar de gemir.

–Me voy a correr –le dije, sintiendo cerca la descarga.

-Quiero ver tu corrida -dijo mientras sacaba su verga y me tomaba de la cintura para ponerme boca arriba. Me atrajo hacia el filo de la cama y me penetró de pie conmigo acostado. La penetración esta vez se sintió bastante más profunda. –Vamos campeón –dije dándole otra nalgada. Empecé a masturbarme con una mano y con la otra le acariciaba el pecho, cuando sentí que me corría lo atraje hacia mí, lo tomé con la mano por la nunca y nos besamos, su lengua lamió el contorno de mis labios mientras me penetraba con fuerza.

Entonces no aguanté más, descargué mi semen sobre su mano que acariciaba mi abdomen bajo y sobre la mía, fue una corrida intensa y bien cargada. Estaba con el culo tenso y la pelvis hacia arriba, me relajé y abrí un poco más las piernas mientras los gemidos de mi amigo se hacían más fuertes cada vez. Le acaricié el pecho sudado y le dije –córrete sobre mí, campeón.

Él sacó su verga de mi culo, arrojó el condón y se puso a rodillas a mi lado, empezó a masturbarse rápido mientras le acariciaba el pecho. Con gemidos largos y fuertes vino la descarga, le di un par de nalgadas mientras se corría –¡Cómo me ponía ese culo!– Le seguí acariciando el culo después de que se corrió. Nos tendimos uno al lado del otro y así estuvimos un rato antes de ponernos cariñosos de nuevo.

Lo hicimos tres veces esa noche y lo seguimos haciendo durante las vacaciones de medio año y el siguiente semestre. Nos quedaba bastante tiempo libre para salir juntos después ir a mi departamento o al suyo. Después de todo, los dos solo repetíamos Anatomía de primer semestre tras fallar olímpicamente en ese examen y tomábamos algunos créditos de Humanidades Médicas.


Knox






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